Apuntes Ignacianos #29
Presentación:
La glorificación de la Trinidad, de la que todo procede y a la que todo se dirige, en el mundo y en la historia». Este es el objetivo celebrativo del presente año santo del Jubileo señalado por Juan Pablo II. «La mayor gloria de Dios», del Dios Uno y Trino, según el Diario Espiritual, es el lema de Ignacio de Loyola, legado a la Compañía de Jesús. Este es también nuestro propósito con el presente número de Apuntes Ignacianos.
Toda la espiritualidad personal del fundador como también la espiritualidad ignaciana están arraigadas y cimentadas en la Santísima Trinidad de la cual toman su inspiración vital y su fuerza apostólica. Pasamos de la intimidad y de la «confesión» o glorificación trinitaria de Ignacio, a la que debemos tener y dar todos los llamados a vivir animados por su carisma y espiritualidad. Caminamos desde el primer kerygma recibido en el bautismo («yo te bautizo consagro en el nombre del Padre…) hasta la entrega de nuestra vida como un ‘gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo’. Entre tanto, «vivimos, nos movemos y existimos» radicalmente unidos al misterio íntimo e inefable de Dios. Cada inspiración y expiración de nuestro ser, imagen y semejanza suyos, es una ‘confesión’ natural de la Trinidad. Pero, como seres libres que somos, capaces de amar y de optar, estamos llamados a una proclamación consciente y amorosa de esta realidad fontal de toda existencia.