La Conversión

Apuntes Ignacianos #91

Presentación

Antes de abordar las vivencias que evidencian la experiencia de conversión en la mística de Ignacio y de Etty Hillesum, es iluminador prestar atención a la densidad teológica – espiritual del momento de los Ejercicios Espirituales, como instrumento de conversión, donde Ignacio propone la consideración de las conocidas: tres maneras o modos de humildad (EE 164 – 168), consideración que se dirige directamente al corazón y genera una creciente libertad alimentada por el amor. Hay tres maneras diferentes de optar por Dios que revelan el grado de amor y de libertad de las personas. La tercera manera de optar, de amar y de ser libre es aquella que más
nos configura con Jesús.

La conversión no se trata de generosidad solamente, sino que, hay algo previo; se trata de «ser afectado», ser tocado en lo más íntimo, atraído por una manera de ser hombre, y de encontrar a Dios en Jesucristo. Es dejarse determinar absolutamente por el estilo de vida de Jesús, que es la vida verdadera discernida en la ambigüedad de la historia. «Yo soy el camino que debe seguirse, porque soy la verdad de la vida» (Jn 14, 6). La conversión va en la línea de retomar el camino que se va recorriendo para verificar la consistencia de los pasos dados en cada momento, de modo que se pueda ir confirmando que, en realidad, se entró en la dinámica del cambio existencial, de crecimiento y maduración cristiana, de autenticidad encarnada en el hoy de nuestra fe y esperanza cristiana.

Diego Cristancho aborda el inicio de la conversión de Ignacio como «Ruptura y Reorientación». El antes de la vida de conversión de Ignacio, origen del magis ignaciano, está marcado por sus ideales caballerescos, el entorno familiar, cultural y literario de entonces. El paso por experiencias de penitencias, austeridades, escrúpulos (Autobiografía 8, 9, 12 a 14), la diversidad de movimientos internos y la discreción de espíritus, son momentos en que Dios le va abriendo progresivamente los ojos a Ignacio. Ruptura con el pasado y la reorientación de su vida hacia Dios, son un proceso de transformación interior que va configurando la conversión de Ignacio desde
las raíces más hondas.

A continuación, Darío Restrepo considera la evolución del «magis» ignaciano desde la ambición y generosidad natural de Ignacio; hombre de grandes deseos, con tentaciones de heroísmos y penitencias excesivas. Su pasión por ser más – proceso de maduración a medida que avanza en el conocimiento interior de Cristo y su concretización en la mayor gloria de Dios – se va reflejando y se funde en el «minus», culmina siendo «menos». La meta del «magis» es Dios que es siempre más, Dios encarnado, clave del «menos». Cristo no se aferra a su condición divina, sino que se anonadó, se rebajó. La «kénosis» une y funde el más con el menos «minus» para ser más humilde, como mejor instrumento en las manos de Dios, todo a la mayor gloria de Dios.

A medida que Ignacio va afinando su vida interior y su deseo de servir, la paradoja del más y el «minus» se vive en la mínima Compañía a la mayor gloria de Dios.