La Certeza de un encuentro Final Maravilloso

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Carlos Ernesto Pérez

Hace unos días estuvimos en casa de mi primo y su esposa, quienes en cierto momento nos compartieron la dolorosa experiencia de la muerte súbita de su hija de 24 años. Qué dolor tan inmenso, no alcanzo a comprenderlo. Ante la pregunta de mi esposa, Patricia, sobre qué les daba algún consuelo, mi primo respondió que nada, que, a pesar de los años transcurridos, seguía lleno de dolor y sin esperanza… Su respuesta penetró en mi corazón y, desde ese momento, no ha dejado de habitarme.

Y hoy, cuando me levanto a hacer mi diario espiritual, te adelantas a mis palabras, Señor, y me hablas tú primero. Te escucho decirme: «Todo está bien, lo tengo todo bajo control. Lo que vives tú y lo que viven los que amas es pasajero, todo pasa. Vas camino a la eternidad, al cielo que te prometí, donde podrás vivir a plenitud los lazos de amor con los que te creé, con todos los que amas. Así pues, ten paciencia y esperanza.

Qué esperanza tan grande saber que me llevas al cielo, allí donde están todos los que amo. ¡Qué maravilla será el cielo! Esa es la promesa que me hiciste y que hiciste a tus discípulos cuando dijiste: «En la casa de mi Padre hay lugar para todos; si no fuera así, ya lo habría dicho; ahora voy a prepararles ese lugar. Una vez me haya ido y les haya preparado el lugar, regresaré y los llevaré conmigo, para que ustedes puedan estar donde voy a estar yo» (San Juan 14,2-3)

Qué alegría saber que mi destino es el cielo prometido. Esa es la dirección de mi vida, hacia allá camino, esa es mi certeza, mi fe, lo que me motiva y me llena de ánimo para vivir mi vida y para enfrentar la muerte de los que amo… Voy para el cielo. ¡Qué noticia más maravillosa! Tal vez la mejor noticia que he recibido en mi vida, el conocimiento más sublime que me has regalado.

Sí, vamos a resucitar en el cielo y podremos vivir plenamente los lazos de amor con los que fuimos creados. Allí me encontraré con aquellos que amo: mis papás, mis hermanitos, mis hijos, mi esposa, mis familiares, mis amigos… Porque el cielo es nuestra casa original, nuestra casa eterna, nuestro verdadero hogar. ¡Qué maravilla saber que todos vamos caminando hacia el cielo, donde nos volveremos a encontrar! Bendita esperanza, bendita certeza.

Por eso la muerte tiene su propia bondad: es un paso más en el camino, el paso final, la puerta, el comienzo de una vida plena y grandiosa. Primo, como quisiera regalarte un poco de esta certeza… como quisiera Señor que le revelaras un poco sobre el mundo futuro y le dieras esperanza en su corazón.

Gracias, Padre, por este regalo grandioso de la resurrección y del cielo. Vale la pena vivir en este mundo con la esperanza de un encuentro final tan maravilloso.

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6 respuestas

  1. Querido Carlos E. Siempre te recuerdo por tus palabras que eran poesía y cuestionamiento en los momentos que experimentábamos nuestra juventud. Tu carta al cielo es una muestra más de tu belleza interior cultivada con los años y tu deseo de compartir tu sentir. Tenemos un Dios que se esconde en la naturaleza y en nuestro interior y que anhela nuestro amor hacia El. Nuestro paso por este mundo material y pasajero nos hace un llamado a la transcendencia y al morir, se nos abre una dimensión que nos permitirá entregar nuestro espiritu a nuestro creator. Estaremos frente a la grandeza de un Dios que todo lo abarca, que todo lo ama, que todo lo creó, aún la muerte y también nuestra esperanza. Es nuestra decisión desde que perspectiva vivimos esta experiencia terrenal. Un abrazo.

  2. Qué esperanza tan linda!!! El saber que estos lazos de amistad y de amor que se han creado seguirán más fuertes y unidos en el cielo!!!
    Gracias CarlosE por compartir!!!

  3. Gracias Carlos E. Tener consciencia del destino final de una manera hermosa, nos da consuelo en este peregrinaje. Mientras llegamos a la morada eterna, al cielo, nos da consuelo vivir la presencia de Dios en esta morada pasajera. Sabiendo disfrutar también la presencia de los seres amados con la esperanza que nunca nos separaremos. Esa es la promesa de Jesús: nada en verdad nos separará.

  4. Gracias por leerme y compartir su experiencia y la sensación que les dejan estas palabras. Este regalo del cielo es para todos.

  5. Carlos, sus palabras me acompañaron en la perdida de un gran amigo, de mi mejor amigo, un ser maravilloso que nos dejó prematuramente. Gracias por la esperanza recordada, amada en estos momentos.

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