Antes de yo buscarte,
tú ya me has encontrado;
antes de yo llamarte,
tú ya me has escuchado;
antes de yo mirarte,
tú ya me has contemplado;
antes de yo soñarte,
tú ya me has deseado;
antes de yo darme,
tú ya te me has entregado;
antes de yo quererte,
tú ya me has amado.
Tú amor me sobrepasa,
me supera, me sobrecoge.
Así, tan desbordante,
tan espontáneo
y tan natural, me dices:
“date prisa y baja,
porque hoy me quedaré
en tu casa”.
Señor, que tu amor me haga
apresurar mis pasos;
ayúdame a bajar
y haz de mí, tu casa,
tu castillo y morada;
para ti y para todos,
hoy, mañana y siempre.
de una vez y eternamente.
Amén