La superficie de la Tierra es la orilla del océano cósmico. Desde ella hemos aprendido la mayor parte de lo que sabemos. 

Recientemente nos hemos adentrado un poco en el mar; vadeando lo suficiente para mojarnos los dedos de los pies, o como máximo para que el agua nos llegara al tobillo. 

El agua parece que nos invita a continuar. El océano nos llama. Hay una parte de nuestro ser conocedora de que nosotros venimos de allí. Deseamos retornar. 

No creo que estas aspiraciones sean irreverentes, aunque puedan disgustar a los dioses, sean cuales fueren los dioses posibles. […] La Tierra es un lugar, pero no es en absoluto el único lugar. 

No llega a ser ni un lugar normal. Ningún planeta o estrella o galaxia puede ser normal, porque la mayor parte del Cosmos está vacía. 

El único lugar normal es el vacío vasto, frío y universal, la noche perpetua del espacio intergaláctico, un lugar tan extraño y desolado que en comparación suya los planetas y las estrellas y las galaxias se nos antojan algo dolorosamente raro y precioso. COSMOS, Carl Sagan, Planeta, 2004, p. 5

P. José Raúl Arbeláez S.J. – Equipo CIRE Ampliado

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