Si por revelación entendemos una auto – comunicación de Dios como Espíritu al espíritu del hombre, ello presupone, a su vez, que ese acto revelador de Dios, lo realiza desde su absoluta libertad, lo cual ya implica que el hombre desde su situación finita, ni lo puede prever o calcular, ni tampoco lo puede exigir desde su esencia en cuanto ser finito. […]

Además la revelación depende exclusivamente de la acción libre de Dios, y como dijimos antes, su contenido es precisamente la intimidad de Dios y el hombre no estaría en condiciones, ni de anticipar tal contenido ni de deducirlo de su propia estructura humana, ni tampoco de acercarse a la comprensión de Dios en su intimidad. 

FENOMENOLOGÍA DE LA REVELACIÓN. Teología de la Biblia y hermenéutica. Gustavo Baena, Verbo Divino, 2011, p. 37-38.

P. José Raúl Arbeláez S.J. – Equipo CIRE Ampliado

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