Salir en busca de lo desconocido, alentados por una promesa, es el punto de partida adecuado en los caminos del espíritu. 

Al principio, no puedes tenerlo todo claro. Los magos no eran en aquel tiempo [es decir, en el tiempo de Jesús] esos simples prestidigitadores en que hoy se han convertido, que realizan trucos para alimentar lo ilusorio. 

Los magos de entonces eran personas de cultura que estudiaban lo trascendente e invisible, lo misterioso. 

Por eso mismo, no puede extrañar que se dejasen guiar por las estrellas, es decir, por lo de arriba. No permitían que les influyese sólo lo terreno, lo de abajo. Siempre miraban a lo alto, que es tanto como decir dentro: buscaban en el cielo algunas claves que les ayudasen a entender la tierra.

Buscaban en el universo alguna llave con que abrir la puerta de lo humano. Creían en el milagro, es decir, en lo que escapa de lo meramente sensible y racional. 

Los magos representan la búsqueda espiritual de todos los pueblos. Por eso son paganos, no judíos, lo que muestra la universalidad de este mensaje. 

Lo propio no se entiende sin lo ajeno. Necesitamos del forastero para llegar juntos a la vida de verdad. Entender estas palabras bastaría para erradicar cualquier fundamentalismo. […] Y esto es, al fin y al cabo, lo que todos nosotros buscamos: lo mundano, lo celeste y el camino de sanación que necesitamos recorrer para ir de uno a otro.  BIOGRAFÍA DE LA LUZ, Pablo d’Ors, Galaxia Gutenberg, 2022, p. 48-51

P. José Raúl Arbeláez S.J. – Equipo CIRE Ampliado

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