Comunitas Matutina Marzo 10 2024 –

COMUNITAS MATUTINA 10 DE MARZO 2024 DOMINGO IV DE CUARESMA CICLO B

“Porque Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna”
(Juan 3: 16)

Lecturas: 
1. 2 Crónicas 36: 14-23
2. Salmo 136
3. Efesios 2: 4-10
4. Juan 3: 1-21

En nuestra manera corriente de hablar sobre Dios solemos referirnos a su amor, a su misericordia, a su compasión; un contenido así hace parte integral de la tradición con la que nos ha sido inculcado el sentido de la trascendencia divina.1 Sin embargo, al detenernos en su significado, contrastándola con muchas realidades personales y sociales , también religiosas, nos encontramos con preocupantes incoherencias y fracturas de nuestra parte. Predicamos comprensión y condenamos con violencia a quienes – según cierta soberbia moral y religiosa – no cumplen con los cánones de la buena conducta .2 Ejemplo de esto son las interminables homofobias surgidas en el mundo cristiano, la anatematización de los no creyentes, el estilo “anti” de muchos predicadores y de cristianos que ven en lo diferente un enemigo de la fe. Son comportamientos claramente alejados del amor de Dios, negaciones rotundas del estilo original del Señor Jesús. Muchas personas que se alejan del camino cristiano lo hacen porque ven en no pocos creyentes este estilo de excomunión y condena. Que sea la “lógica cuaresmal” una excelente coyuntura para ahondar en la experiencia del amor de Dios, en nuestra vivencia de este elemento esencial en el ser humano, y en las inconsistencias que tenemos en la práctica del mismo. 3
El asunto que planteamos demanda una revisión profunda, autocrítica personal, social y eclesial, cuestión clave en tiempo de cuaresma, en el que se nos invita a un giro radical en nuestras prioridades existenciales. El diálogo de Jesús con Nicodemo, como se propone en el evangelio de este domingo, es una excelente coyuntura para tan exigente confrontación.4 Nicodemo es un personaje destacado en su tiempo y en su contexto religioso; el evangelio de Juan lo refiere en varias oportunidades, 5 es fariseo observante de la ley, muy cuidadoso en su cumplimiento, ostenta la condición de ser un jefe y de hacer parte del sanedrín6, altamente representativo de la religiosidad de ese momento: “Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue este donde Jesús de noche y le dijo: Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar los signos que tú realizas, si Dios no está con él”. 7

La propuesta pedagógica para nuestros lectores consiste en que cada uno haga “composición de lugar”8, y se ponga como testigo de la conversación entre Jesús y Nicodemo, dejándose interpelar por su contenido. Es notable que un fariseo busque a Jesús y le llame “Rabbí”, con este término ellos designan a los maestros de la ley, Nicodemo está reconociendo en Jesús una autoridad particular, imagina que el maestro así reconocido viene a promover un movimiento de apropiación rigurosa de la Ley de Moisés y a llevar al pueblo a comprometerse con ella. En Nicodemo hay una búsqueda sincera, Jesús reconoce esta condición en él y por eso se anima a la conversación que refiere el evangelio de Juan . Tratemos de tener “conocimiento interno” de este apasionante coloquio, entremos allí, metámonos en el cuerpo y la mente de Nicodemo y dejemos que Jesús nos interrogue.
Sabemos bien que para este mundo de la observancia judía la Ley era el centro de sus deberes religiosos. Al comienzo del encuentro, Nicodemo está lejos de comprender el cambio radical que propone Jesús: “En verdad, en verdad te digo que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios. Nicodemo le preguntó: cómo puede uno nacer siendo ya viejo? Puede acaso entrar otra vez en el seno de la madre y nacer? Respondió Jesús: En verdad, en verdad te digo, que el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la carne es carne, lo nacido del Espíritu es espíritu”. 9
Para los fariseos, en la Ley está el porvenir de Israel; para Jesús , el nacimiento en el Espíritu abre el reino de Dios al porvenir humano. El ser humano no puede obtener plenitud y vida por la observancia de una ley, sino por la capacidad de amar que completa y perfecciona su ser. 10 Sólo con seres humanos dispuestos a la generosidad y al servicio se puede construir un mundo más humano y equitativo, la ley por sí misma no elimina las raíces de la injusticia, ella tiene sentido si se toma como una mediación inscrita en el camino fundante del amor. Esta es la vida en el Espíritu!11, lo que plantea este diálogo es un cambio radical de paradigma religioso-espiritual, de la absolutización de la Ley – la Torah, la judía – como camino exclusivo de salvación a la novedad que Jesús propone de libertad en el amor.
En el ámbito religioso cristiano muchas personas y comunidades viven en rigurosos cumplimientos de normativas, no fallan en sus rituales y en sus códigos, lo hacen con extrema severidad y transmiten a otros esta “convicción” de que para llegar a Dios hay que vivir imprescindiblemente en esta cultura de la obligatoriedad, con eso se sienten satisfechos y justificados por Dios. Pero en estos mismos grupos ocurren con frecuencia abusos de conciencia, maltratos a la dignidad de las personas, manipulaciones, producto de la imagen de un Dios justiciero. Este no es el camino de Jesús, así lo descubre Nicodemo en el riquísimo coloquio que nos describe el evangelio de Juan. La ley tiene sentido en la medida en que, debidamente interiorizada, contribuye al ordenamiento justo de la vida social y comunitaria.
En el camino cuaresmal estamos llamados a encontrar la experiencia del amor liberador de Dios, que se nos comunica por vía de gratuidad, que redimensiona todas las leyes religiosas y civiles, situándolas en la saludable relatividad de la mediación, y se nos invita a reflejar en el testimonio de la propia vida la más fina coherencia con el proyecto de Dios y con el respeto y justicia que debemos a cada ser humano. 12 El evangelio enfoca el amor y el perdón de Dios de forma universal, amor de altísima exigencia porque le cuesta la condenación y la muerte de su propio Hijo: “Porque Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo sino para que el mundo se salve por él”.13 Qué consecuencias podemos deducir de esta intención salvadora de Dios? Asumir humildemente que somos responsables de egoísmos, de discriminaciones, de injusticias, de complicidad con la deshumanización del mundo. A esto hay que ponerle nombre claro: se llama pecado, ruptura con el amor de Dios y con el que debemos al prójimo. Que no somos nosotros los salvadores de nosotros mismos, que no nos damos el sentido de la vida por nuestros propios medios, que hay un Misterio desbordante de amor en el cual se consuma plenamente el significado del ser humano y de su historia. Que es en otro, distinto de nosotros, llamado Jesús el Cristo, en quien se nos comunica la salvación y la plenitud, él, su vida, su humanidad, su encarnación en las realidades del mundo, la humillación y condena a la que fue sometido por el egoísmo de los hombres religiosos y morales de su país, es la realidad decisiva que nos salva, libera y redime de toda ambigüedad pecaminosa.14

Usando la metáfora del evangelio, es como si un potente foco de luz cayese sobre nosotros poniendo al descubierto nuestra debilidad: “Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios”. 15
Esta iniciativa de salvación universal es concretada por Pablo en su carta a los Efesios, comunidad de nuevos cristianos de la ciudad de Efeso ( en la actual Turquía), a estos hombres y mujeres, llamados paganos por los judíos, que no hacen parte de este “pueblo elegido”, también les llega el favor ilimitado de Dios, porque también son hijos suyos: “Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús. Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios; y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe”. 16 El amor de Dios no se anda con medidas restrictivas, con escatimar sus dones, El no sabe de poquedades, lo suyo es el amor desbordante, siempre deseoso de la plenitud y salvación de todos los humanos, sin excepción de ninguna clase.
Preguntas para reflexión y discernimiento: Hemos apropiado esta convicción y ella es patente en nuestro estilo de vida? Estamos dispuestos a hacer de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad ámbitos de convivencia amorosa, de respeto y de inclusión, de apertura a la diversidad, de sano pluralismo humano y evangélico? Tenemos el coraje de vivir sin reservas el acontecimiento liberador del amor de Dios en todo lo que somos y hacemos, al estilo de Jesús? Damos el salto del cristianismo incompleto de leyes, rituales, observancias minuciosas, a la experiencia de “nacer de nuevo” en el amor de Dios, como Nicodemo? Tenemos claro que la práctica de la religión es auténtica cuando nos damos por completo al prójimo, a cualquier clase de prójimo?

Antonio José Sarmiento Nova, SJ 

BIBLIOGRAFÍA

1 LIMBURG, Klaus. Dios es amor. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/83558051.pdf PAPA BENEDICTO XVI. Carta Encíclica Deus caritas est Dios es amor. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2006. ZARAZAGA, Gonzalo. Dios es comunión. El nuevo paradigma trinitario. Secretariado Trinitario. Salamanca, 2004. CODA, Piero. Dios que dice amor. Ciudad Nueva. Madrid, 2015. GELABERT BALLESTER, Martín. Creados desde y para el amor. En Veritas volumen II número 16; páginas 9-24. Pontificio Seminario Mayor San Rafael. Valparaíso, 2007. BUENO DE LA FUENTE, Eloy. Eberhard Jüngel: Dios es amor. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 22 de febrero de 2011. SARMIENTO, Augusto. El amor de Dios a la vida. Para una fundamentación cristiana del amor a la vida. En https://www.dadun.unav.edu/bitstream/10171/35277/1/5amor.pdf

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3 PAPA JUAN PABLO II. Exhortación Apostólica Postsinodal Reconciliatio et Poenitentia. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1984. VIDAL, Marciano. Cómo hablar del pecado hoy. Hacia una moral crítica del pecado. PPC. Madrid, 1980. SELLÉS, Juan Fernando. El pecado como negación del ser personal humano en Leonardo Polo. En Actas Teológicas volumen 22; páginas 59-85. Universidad Católica de Temuco, diciembre 2017.

4 GELABERT BALLESTER, Martín. Nacer de nuevo para ir a la luz: el diálogo de Jesús con Nicodemo según Unamuno. En Cuadernos Cátedra Miguel de Unamuno volumen 42 número 2; páginas 75-91. Universidad de Salamanca, 2006. MONTOYA SALAZAR, Juliana. El Espíritu de Dios tiene ritmo. Lectura teológica del diálogo de Jesús y Nicodemo (Juan 2: 23 a 3:21) a partir de las prolepsis narrativas en el Evangelio de Juan. Trabajo de grado para obtener el título de Magister en Teología. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, 2020. CARRILLO ALDAY, Salvador. El Evangelio según San Juan. Verbo Divino. Estella, 2010. GALUS, Gabriel. Nicodemo en clave de fe y discipulado. Trabajo de grado para obtener el título de Licenciado en Teología. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, junio de 2021.

5 Juan 3: 1-21; 7: 50-52; 19:39.

6 Consejo supremo del judaísmo en tiempo de Jesús.

7 Juan 3: 1-2

8 Expresión frecuente de San Ignacio de Loyola en el texto de sus Ejercicios Espirituales para referirse a un ejercicio imaginativo de contemplación-oración con el fin de visualizar personajes, diálogos, espacios físicos, de tal manera que sitúe al orante en un escenario bastante real y asequible a su sensibilidad espiritual.

9 Juan 3: 3-6

10 VILA PORRAS, Carolina. Concepción de la ley israelita en el Nuevo Testamento y la concepción que de ella tiene Jesús. En Cuestiones Teológicas volumen 42 número 98; páginas 483-510. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2015. SANDERS, E.P. Jesús y el judaísmo. Trotta. Madrid, 2004. PAUL, André. El mundo judío en tiempos de Jesús. Cristiandad. Madrid, 1981. NEUSNER, Jacob. Un rabino habla con Jesús. Encuentro. Madrid, 2008. VOUGA, Francois. Jesús y el Antiguo Testamento. En https://www.seleccionesdeteologia.net/assets/pdf/078_03.pdf ANDERSON, Robert. Respuestas a Jesús: el “no” judío y el “sí” cristiano. En https://www.jcrelations.net/es/article/respuestas-a-jesus-el-no-judio-y-el-si-cristiano.pdf

11 GUERRA, Augusto. La experiencia mística: vida en el Espíritu. En Revista de Espiritualidad número 66; páginas 391-418. Orden de Carmelitas Descalzos. Madrid, 2007. PIKAZA, Xabier. Espíritu de Dios y hondura humana. Ediciones SM. Madrid, 1994. SOBRINO, Jon. Liberación con Espíritu. Apuntes para una nueva espiritualidad . Sal Terrae. Santander, 1995. SUDBRACK, Joseph. El Espíritu es concreto. Espiritualidad desde una perspectiva cristiana. Mensajero. Bilbao, 2004. BOFF, Leonardo. La economía del Espíritu Santo. La transformación y la nueva creación. En IDEM. La Trinidad, la sociedad y la liberación. Paulinas. Madrid, 1987( páginas 253-256). PAPA JUAN PABLO II. Carta Encíclica Dominum et Vivificantem sobre el Espíritu Santo en la vida de la Iglesia y del mundo. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1986.

12 RAMÍREZ FUEYO, Francisco. El Sermón del Monte y la Ley en Mateo. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 30 de octubre de 2007. VALL, Héctor. Ley y Evangelio en las Iglesias de la Reforma. En Estudios Eclesiásticos número 53; páginas 21-45. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 1978. FORCAT, Fabricio. La ley nueva, corazón de la moral tomasiana. En Studium Filosofía y Teología volumen XXIII número 45; páginas 13-43. Centro de Estudios de la Orden de Predicadores. Buenos Aires, 2020. LYONNET, Stanislas. El amor, plenitud de la ley. Sígueme. Salamanca, 2010. VIDAL, Marciano. Nueva moral fundamental. El hogar teológico de la ética. Desclée de Brower. Bilbao, 2000. HARING, Bernard. Libertad y fidelidad en Cristo (3 volúmenes). Herder. Barcelona, 1990.

13 Juan 3: 16-17

14 AUTORES VARIOS. Liberación humana y salvación en Jesucristo. Verbo Divino. Estella, 1977. ESPEJA PARDO, Jesús. Jesucristo, ampliación del horizonte humano. San Esteban. Salamanca, 2002. GUARDINI, Romano. Quien sabe de Dios conoce al hombre. PPC. Madrid, 1995; Mundo y persona. Ensayos para una teoría cristiana del hombre. Encuentro. Madrid, 2000. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Proyecto de hermano: visión creyente del hombre. Sal Terrae. Santander, 1989. BOFF, Leonardo. Gracia y experiencia humana. Trotta. Madrid, 2001. MARTINEZ DIEZ, Felicísimo. Ser cristiano hoy? Jesús y el sentido de la vida. Verbo Divino. Estella, 2017. URIBARRI BILBAO, Gabino. Contemporaneidad de Cristo en la carne, condición del encuentro y de nuestra divinización. En Teología y Catequesis número 141; páginas 13-35. Universidad Eclesiástica San Dámaso. Madrid, 2018.

15 Juan 3: 20-21

16 Efesios 2: 7-9

Comunitas Matutina Marzo 03 2024

COMUNITAS MATUTINA 03 DE MARZO 2024 DOMINGO III DE CUARESMA CICLO B

“Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi padre una casa de comercio”

(Juan 2: 15-16)

 

Todas las tradiciones religiosas de la humanidad se constituyen en mediadoras de los vínculos entre los seres humanos y Dios, aspiran ellas a ser configuradoras del sentido último de la existencia y, en cuanto tales, a responder a los interrogantes vitales como los que suscitan la muerte, el mal en sus múltiples manifestaciones, el sufrimiento, el quiebre del sentido de la vida. 1 Teniendo en cuenta la aspiración de plenitud que las caracteriza, a las religiones y a sus creyentes se les exige un alto nivel de coherencia moral y espiritual, de modo que con su conducta den cuenta de la absolutez de Dios y de la sublimidad de sus ideales. 2 

Sin embargo, no siempre es así. Cuando las religiones y sus adeptos se tornan fundamentalistas, fanáticos, cuando hacen de ellas instrumento de poder y dominación, cuando manipulan las conciencias, cuando degeneran en ideología, cuando transmiten una imagen de Dios que difunde miedo y angustia, cuando absolutizan su mediación con detrimento de la finalidad creyente y dadora de sentido, cuando se tornan “opio del pueblo”, según la clásica expresión marxista, cuando sus representantes abusan de su condición y adoptan conductas incompatibles con la rectitud moral y espiritual, son piedra de escándalo y merecen ser sometidas al juicio del análisis crítico y a la consecuente ruptura con las creencias que las acompañan. 3 Son bien conocidas en la cultura moderna y contemporánea las rigurosas críticas provenientes de los llamados “maestros de la sospecha”, Karl Marx4, Ludwig Feuerbach5, Sigmund Freud6, Friedrich Nietzsche7. Estos pensadores, desde sus respectivas visiones de Dios y de las creencias religiosas, pasan severa cuenta de cobro a estas, constituyéndose en sus jueces y demandando por su autenticidad y coherencia.

Queremos decir con estas consideraciones que el asunto de la relación Dios-humanidad debe ser tomado con la mayor seriedad, por cuanto en ella se juega el sentido definitivo de la existencia humana. Nos referimos a una altísima seriedad ética y espiritual. Esto fue lo que más preocupó a Jesús de Nazareth, aspecto clave de su ministerio público. Bien conocidas son sus controversias con los líderes del judaísmo de su tiempo, formuladas con gran fuerza y radicalidad profética. Nuestros lectores semanales saben bien que este es uno de nuestros temas recurrentes, nos inquietan seriamente las fantasías que utilizan a Dios, las manipulaciones de su nombre, la falsa conciencia que crean en muchas gentes de buena voluntad. 8 Y, como lo propone el evangelio de este domingo, se impone reconocer que el Señor Jesús es el mayor crítico de las deformaciones de la religión: “Los judíos quieren ver señales milagrosas y los griegos buscan sabiduría, pero nosotros anunciamos a un Mesías crucificado. Esto resulta ofensivo a los judíos, y a los no judíos les parece una tontería; pero para los que Dios ha llamado, sean judíos o griegos, ese Mesías es el poder y la sabiduría de Dios. Pues lo que en Dios puede parecer una tontería es mucho más sabio que toda sabiduría humana; y lo que en Dios puede parecer debilidad es más fuerte que toda fuerza humana”. 9

Jesús es, en nombre de Dios y de la dignidad del ser humano, Señor de la libertad, su crítica de la religión judía es referente para examinar la autenticidad de nuestra práctica religiosa actual. Nada en él es argumento para dar soporte a esclavitudes, sometimientos serviles, normativas opresoras, rituales alienantes, todo lo suyo es Buena Noticia de salvación y de liberación.10 Un énfasis notable del tiempo cuaresmal es el de caminar hacia la libertad pascual, histórica y trascendente. Las lecturas de este domingo nos ofrecen juiciosos elementos para discernir nuestra vida en este sentido y para apreciar la consistencia de la crítica de Jesús a la religión de su tiempo. Sea esta una excelente oportunidad para nuestro proceso de conversión a la genuina religiosidad y espiritualidad que nace del Evangelio.

El texto central viene con el evangelio, narrando la conocida escena en la que Jesús, con ira santa, expulsa a los vendedores y cambistas del Templo de Jerusalén. Conocemos bien su postura ante la religión judía de su tiempo, sus frecuentes encuentros y desencuentros con los jefes judíos, para denunciar la inconsistencia de su modelo, basado en la interminable minuciosidad de cumplimientos y observancias, con la correspondiente actitud de autojustificación, desconocedora de la gratuidad de los dones del Señor. Llama la atención sobre los excesos alienantes de ciertas mentalidades y prácticas religiosas: “Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas y dijo a loa vendedores de palomas: saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio” .11

Juan sitúa la expulsión de los vendedores y cambistas al comienzo del ministerio público de Jesús. Esta actitud expresa la abolición de todo el sistema sacrificial del culto antiguo, dando paso a una novedosa manera de relación entre Dios y la humanidad, caracterizada por el amor que libera, por la solidaridad entre los hombres, por la práctica de la justicia, superando el esquema “mercantil” de querer comprar el favor de Dios aplacándolo con sacrificios rituales: “No hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio” .12

Los evangelistas llaman a esta conducta “proceder con autoridad”. Los sacerdotes del Templo, los maestros de la ley y los escribas, detentaban el poder religioso, eran los jefes del culto, los intérpretes autorizados de la ley, los directores de la conciencia y conducta del pueblo. 13 Jesús no tiene este tipo de poder, lo suyo es “autoridad en el Espíritu ” procedente de Dios, que no es para dominar y establecer un nuevo sistema de leyes de religión, sino para inaugurar con su Buena Noticia el tiempo de esperanza que redime de toda esclavitud. Los judíos solicitan justificación de su proceder: “Qué signos nos das para obrar así?” ,14 con su respuesta: “Destruyan este Templo y en tres días lo volveré a levantar”,  15 no alude a un tiempo cronológico sino al significado redentor del templo de su cuerpo. Sólo después de la resurrección los discípulos y las primeras comunidades cristianas comprendieron el significado de aquellas palabras.

El simbolismo de la revelación mesiánica de Jesús es resaltado en la confrontación con el Templo, este es el punto de partida de la nueva identidad de la fe. El templo de Jerusalén es el símbolo central del poder , gloria de la nación judía. El evangelio se vale del simbolismo del látigo para significar la fuerza con la que irrumpe la era mesiánica, con su actitud él arroja de este nuevo espacio profético a los comerciantes religiosos a quienes encarnan este poder ominoso. Así, declara la invalidez del culto de los potentados, y la infamia de utilizar a Dios como justificación de su conducta explotadora.

Jesús escandaliza porque su modo de proceder no se inspira en el poder religioso, tampoco en el político, sino en lo que con Pablo conocemos como la locura de la cruz, desafiante de todos los poderes humanos: “Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres” .16 Este templo es casa del mercado y allí el Dios es el dinero. Al llamar a Dios mi Padre lo saca del ámbito excluyente del templo y lo pone en una relación familiar, de cercanía misericordiosa. La relación se desacraliza y se familiariza. En la casa del Padre no caben ni el comercio ni la explotación, es casa-familia-hogar que acoge a todos los que necesitan reconocimiento, amor, dignidad, afecto, reivindicación, justicia, sentido de vida, salvación. Jesús da un paso más en esta confrontación radical al proponerse él mismo como santuario de Dios. En su reino no se requieren templos sino cuerpos vivos, estos son los nuevos templos, existenciales, experienciales, plenos de la vitalidad del Padre, porque él propone una humanidad restaurada a partir del principio de la ultimidad de la vida en cuerpos que viven con dignidad. Sobre esta base radica la esperanza de que es posible otra manera de vivir, otra manera de creer.

Cuando Yavé, en el libro del Exodo dice: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar de esclavitud. No tendrás otros dioses delante de mí” , 17 está haciendo la más definitiva afirmación del carácter liberador de su plan para el ser humano, tipificado en el pueblo israelita que se sacude del dominio del faraón para retornar a su tierra prometida, espacio de la libertad y de la dignidad. El Dios único, revelado en Jesucristo, es el aval de la liberación y de la salvación de la humanidad. Con Jesús, es imperativo liberarse de la falsa religión para acoger su oferta de adorar al Padre en espíritu y en verdad. 18 

Antonio José Sarmiento Nova, SJ 

BIBLIOGRAFÍA

1 GUERRA GOMEZ, Manuel. Historia de las Religiones. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1999. LUCAS, Juan de Sahagún. Fenomenología y Filosofía de la Religión. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1999. KUNG, Hans. En busca de nuestras huellas: la dimensión espiritual de las religiones del mundo. Debate. Barcelona, 2004. KNITTER, Paul F. Introducción a las Teologías de las Religiones. Verbo Divino. Estella, 2007. PIKAZA, Xabier & AYA, Abdelmumin. Diccionario de las tres Religiones: Judaísmo, Cristianismo, Islam. Verbo Divino. Estella, 2009. PÉREZ PRIETO, Victorino. La búsqueda de la armonía en la diversidad. El diálogo ecuménico e interreligioso desde el Concilio Vaticano II. Verbo Divino. Estella, 2014.

2 MURCIA SERRANO, Inmaculada. De Dios y lo sublime. En Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas volumen 30 número 98; páginas 137-160. Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Ciudad de México, 2018. ROBLES ROBLES, J. Amando. Repensar la religión: de la creencia al conocimiento. Universidad Nacional de Costa Rica. San José, 2011. GELABERT BALLESTER, Martín. Las religiones, inspiradoras de humanización. En Veritas volumen I número 14; páginas 143 157. Pontificio Seminario Mayor San Rafael. Valparaíso, 2006. PÉREZ ZAFRILLA, Pedro Jesús. Etica de los creyentes. En Veritas número 24, páginas 115-136. Pontificio Seminario Mayor San Rafael. Valparaíso, marzo 2011. 

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4 1818-1883

5 1804-1872

6 1856-1939

7 1844-1900

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9 1 Corintios 1: 22-25.

10 DUCQUOC, Christian. Jesús, hombre libre. Sígueme. Salamanca, 1985. GIL ARBIOL, Carlos. Jesús profeta: su modo de hacer historia. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 11 de noviembre de 2014. SANDERS, E.P. Jesús y el judaísmo. Trotta. Madrid, 2004. CASTILLO, José María. Declive de la religión y futuro del Evangelio. Desclée de Brower. Bilbao, 2023. ESCUDERO FREIRE, Carlos. Jesús y el poder religioso. Nueva Utopía. Madrid, 2003. HORSLEY, Richard A. & SILBERMAN, Neil Asher. La revolución del reino. Cómo Jesús y Pablo transformaron el mundo antiguo. Sal Terrae. Santander, 2005. WRIGHT, N. Thomas. El desafío de Jesús. Desclée de Brower. Bilbao, 2003. PIKAZA, Xabier. Sistema, libertad, Iglesia; Instituciones del Nuevo Testamento. Trotta. Madrid, 2001. 

11 Juan 2: 13-16

12 Juan 2: 16. PIKAZA, Xabier. Dios o el dinero. Sal Terrae. Santander, 2019. ALVAREZ VALDÉS, Ariel. Por qué mataron a Jesús? En Cuestiones Teológicas volumen 34, número 82; páginas 495-502. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, junio-diciembre 2007. CASTILLO, José María. La ética de Cristo. Desclée de Brower. Bilbao, 2005. GIL SOLDEVILLA, Samuel. Teología del Templo en el Nuevo Testamento: deslocalización y desplazamiento hacia el Templo del Espíritu. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/61486216.pdf EDERSHEIM, A. El templo: su ministerio y servicios en tiempos de Cristo. Clie. Barcelona, 2014. ANGULO ORDORIKA, Ianire. La acción de Jesús en el templo. Un ejemplo de la presencia del Antiguo Testamento en Juan. En Reseña Bíblica número 95, páginas 23-31. Asociación Bïblica Española. Verbo Divino. Estella, 2017. BERNABÉ, Carmen. Jesús y el templo. En https://www.es.scribd.com/document/455200251/Jesu-s-de-Nazaret-y-el-templo-pdf ESCALANTE, Marcelo. “El celo de Jesús”. Acercamiento a al episodio de la purificación del templo en el evangelio de Juan . En Reflexiones Teológicas número 10; páginas 73-85. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, julio-diciembre 2012. 13 GONZALEZ FAUS, José Ignacio. La autoridad en Jesús. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1261/RLT-1990-020-D.pdf SANCHEZ, Luis. La Exousía y su manantial (Exousía del griego: autoridad espiritual y libertad de espíritu, así se refieren los evangelistas a Jesús);páginas 97-116. En GRANADOS, Juan Antonio & GRANADOS, Luis (Editores). Autoridad: el origen que nos hace crecer. Didaskalos. Madrid, 2023. 

14 Juan 2: 18

15 Juan 2: 19

16 1 Corintios 1: 25

17 Exodo 20: 2-3

18 GONZALEZ FAUS, José Ignacio. Memoria subversiva, memoria subyugante (Presentación de Jesús de Nazaret). Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2014. FERNANDEZ, Samuel. El carácter universal, único y definitivo de Jesús de Nazaret en los inicios de la cristología. En Teología y Vida volumen XLIX, páginas 115-142. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, 2008. PIKAZA, Xabier. La nueva figura de Jesús. Verbo Divino. Estella, 2003. 

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Hablemos de la diferencia entre conocimiento y percepción

“Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios.” Así comienza “Un curso de milagros”, el cual establece una clara distinción entre lo real y lo irreal, entre el conocimiento y la percepción. El conocimiento es la verdad y está regido por una sola ley: la Ley del Amor o Dios. La verdad es inalterable, eterna e inequívoca. Es posible no reconocerla, pero es imposible cambiarla. Esto es así con respecto a todo lo que Dios creó, y solo lo que Él creó es real.

La verdad está más allá del aprendizaje porque está más allá del tiempo y de todo proceso. No tiene opuestos, ni principio ni fin. Simplemente es. El mundo de la percepción, por otra parte, es el mundo del tiempo, de los cambios, de los comienzos y de los finales. Se basa en interpretaciones, no en hechos. Es un mundo de nacimientos y muertes, basado en nuestra creencia en la escasez, en la pérdida, en la separación y en la muerte. Es un mundo que aprendemos, en vez de algo que se nos da; es selectivo en cuanto al énfasis perceptual, inestable en su modo de operar e inexacto en sus interpretaciones. UN CURSO DE MILAGROS, Foundation For Inner Peace, 2018, p. XII-XIII

P. José Raúl Arbeláez SJ – Equipo CIRE Ampliado

Comunitas Matutina Febrero 25 2024

COMUNITAS MATUTINA 25 DE FEBRERO 2024 DOMINGO II DE CUARESMA CICLO B

“Entonces se formó una nube que los cubrió con su sombra, y llegó una voz desde la nube: Este es mi Hijo amado, escúchenlo”

(Marcos 9: 7)

 Lecturas:

1.     Génesis 22: 1-18

2.     Salmo 115

3.     Romanos 8: 31-34

4.     Marcos 9: 2-10

El relato de la Transfiguración de Jesús, que nos propone el evangelio de este domingo, ayuda a desvelar una constante de la vida humana: no hay vida sin muerte, ni gozo sin dolor, ni regeneración sin destrucción. Los grandes amaneceres de la humanidad, que llamamos pascuas, resurrecciones, en castizo lenguaje de la fe, no resultan sin desprendimientos, rupturas, crisis y dramatismos. Estas realidades definitivas de la vida se implican mutuamente. 1 Conforme vamos entrando en la luz desaparece la oscuridad; en la medida en que vivimos con intensidad vamos ganando terreno a la muerte. En los momentos de mayor dificultad pareciera que perdemos la esperanza, la angustia nos abate y nos hace sentir en derrota, con esta certeza de la muerte inevitable. Ante esto es preciso tener como referente clave que hay un “pero” con mayúscula, que en este caso deviene en sentido definitivo: en el horizonte siempre Dios como presencia incuestionable de la vida que no se agota, que reorienta toda nuestra historia en un dinamismo de esperanza que deshace el absurdo y nos lleva a la Presencia, que es El mismo. Lo que la muerte desfigura, lo transfigura Dios. Sin embargo, esto no es claro para muchas personas en el mundo. Hay dudas de fe, escándalos causados por los mismos creyentes que no hacen provocativa la oferta religiosa, preguntas e inquietudes surgidas a partir de una gran honestidad existencial, que no se contentan con explicaciones superficiales, o también indiferencia, despreocupación ante los interrogantes fundamentales del sentido, estilos de vida que ven la muerte y la precariedad “como si eso no fuera conmigo”. 3 Cuaresma es un tiempo privilegiado para revisar a fondo lo que está desfigurado en nuestra vida, en la realidad social, en la Iglesia, con miras a una transfiguración radical de la existencia en Dios. En el acontecimiento del pecado y de la muerte nuestra existencia se desfigura, pero en la intervención definitiva que Dios hace en Jesús nos transfiguramos y adquirimos la certeza de que ahora la vida nunca se termina: “Ante esto, ¿qué podemos decir? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Si El no perdonó a su propio Hijo (antes bien, lo entregó por todos nosotros), cómo no va a darnos gratuitamente con él todas las cosas?” .4

Después de anunciar la pasión y de invitar al seguimiento, Marcos introduce este relato de la transfiguración, simbolismo de una pascua anticipada, junto a una crucifixión, igualmente anticipada. También los acompañan las narraciones del debate sobre la resurrección y el regreso de Elías 5 y la sanación del niño mudo .6 Un dato así no es de simple erudición bíblica, llamamos la atención sobre el mismo porque constituye un marco pascual, es un tríptico que enlaza la oración, la fe sanadora y el anuncio de la muerte y de la vida, de la pasión y de la resurrección, como es la vida de los seres humanos. La experiencia pascual (transfiguración) está vinculada íntimamente a la acción liberadora. Así las cosas, ya podemos preguntarnos: ¿qué es lo desfigurado que tengo en este momento de mi vida? ¿Qué es aquello que frena en mí el dinamismo de la trascendencia? ¿Donde identifico en mi ser y en mi quehacer las manifestaciones de la cultura de la muerte? 7

Con estos criterios podemos captar con mayor sentido el mensaje de este domingo: con Jesús caminamos de la muerte hacia la vida. La lógica cuaresmal de conversión es una evolución en clave pascual, no se trata de penitencias individuales, de sombría austeridad, sino de una experiencia espiritual profunda que nos lleva a replantear radicalmente todo nuestro ser y quehacer para hacerlo nuevo gracias a Jesús, a su pasión y muerte, con él accedemos a la vitalidad inagotable de Dios: “Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica. ¿Quien condenará? Acaso Cristo Jesús, que murió, más aún, que resucitó, ¿que está a la diestra de Dios y que intercede por nosotros?” .8 El talante penitencial del tiempo de cuaresma no es en modo alguno una propuesta temerosa, es una oportunidad para despojarnos de auto justificaciones y mecanismos de defensa, confrontación profunda de nuestra conciencia, identificación de la frontera entre el bien y el mal, verificación del ejercicio de nuestra libertad que a menudo nos lleva a conductas arrogantes, dando la espalda a Dios y al prójimo. Por eso, el relato de la Transfiguración del Señor Jesús es un paradigma de la condición humana : de una parte constatamos nuestra indigencia radical, no nos podemos dar la salvación, la plenitud de sentido, así se manifiesta en la inevitable posibilidad de la muerte y en el uso distorsionado de la libertad, cuando rechazamos el don de Dios e incursionamos en la ruptura radical del pecado; de otra, es la responsabilidad de Dios con sus creaturas, mantenernos abiertos a la VIDA, ofrecernos la gran alternativa, que la muerte no tiene la última palabra sobre nosotros, que la VIDA que se realiza en Jesús es la oferta por excelencia para que nada de lo nuestro sucumba a lo irremediable.9 

Revisemos la fuerza simbólica del relato para luego establecer la coherencia de todo su mensaje: “Seis días después, tomó Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo” .10 Con la referencia a los seis días alude a los seis de la creación, según el Génesis, a los seis años previos al sabático. Es tiempo productivo, de siembra, de fecunda actividad, de disposición para la plenitud. La transfiguración altera esa cotidianidad laboriosa para expresar la irrupción definitiva de Dios en la historia humana, la configura pascualmente.11 Los tres discípulos escogidos representan la comunidad discipular que Jesús conduce: es la humanidad comunitaria en camino al encuentro transformador con la divinidad. Vestidos resplandecientes para resaltar la novedad decisiva que acontece en Jesús, no es un prodigio espectacular que lo exalta a él individualmente, sino la incorporación bautismal de todos los humanos en Jesús, portador de la vida nueva y eterna que se evidencia en las vestiduras blancas y brillantes de limpieza. Jesús nos hace totalmente nuevos. 

Luego: “Se les aparecieron Elías y Moisés, que conversaban con Jesús. Tomó Pedro la palabra y dijo a Jesús: Rabbí, está bien que nos quedemos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés, otra para Elías”. 12 Tres seres también con resplandor deslumbrante, en representación de la comunidad en la que acontecen la salvación y la liberación que Dios gratuitamente ofrece a la humanidad; igualmente destaca aquí un simbolismo trinitario, el tres significa comunión, perfección, plenitud. A continuación: “Entonces se formó una nube que los cubrió con su sombra, y llegó una voz desde la nube: Este es mi Hijo amado, escúchenlo. Al momento, miraron en alrededor y ya no vieron a nadie más que a Jesús con ellos. Cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre qué era eso de resucitar de entre los muertos”. 13 en el camino a Jerusalén era necesaria la transfiguración. Galilea había mostrado el éxito del reino de Dios y su justicia. La comunidad de los discípulos identificó allí la realización de los nuevos tiempos mesiánicos relacionados con los milagros y con las multitudes necesitadas de reconocimiento y de sentido de la vida. Jesús realiza señales que responden a estas expectativas, Jesús fija su atención en los desconocidos por la religión de Israel y por el imperio romano, él anuncia que ahora es posible una nueva manera de vivir en humanidad, gracias al querer del Padre.14

Cuando Jesús anuncia su pasión, la posibilidad de ser sometido por las autoridades políticas y religiosas, causa desconcierto y alarma. Para ellos era imposible aceptar este horizonte de un Mesías crucificado, humillado y ofendido. Es frecuente esta preocupación en los discípulos. Por esta razón, en el relato de Marcos, el evangelista introduce este acontecimiento simbólico, anticipador pascual, para situar los acontecimientos de la pasión en la perspectiva definitiva de la resurrección. En un momento privilegiado de gracia, los discípulos pudieron acceder a una visión más honda de lo que significaba aquel Jesús humilde que caminaba con ellos como uno de tantos. La fe es la que opera esa transfiguración; por ella, los desencantos y vacíos que frecuentemente nos acompañan se transfiguran, mostrándonos su riqueza de sentido, su trasfondo de dimensiones trascendentes. El camino existencial que recorremos tiene muchos sinsabores y sufrimientos, pero ellos no agotan nuestras posibilidades, gracias al don de Dios ofrecido en Jesús toda esa muerte se torna en vida la existencia humana adquiere su sentido total.

Cuando el Padre dice: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo”,15 el evangelista pone en estas palabras una afirmación cristológica esencial, él es el mediador que lleva la humanidad a la novedad definitiva de Dios, lo que San Pablo llama el hombre nuevo.

Antonio José Sarmiento Nova, SJ

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4. Romanos 8: 31-32

 

5. Marcos 9: 9-13

 

6. Marcos 9: 14-29

 

7. GIRALDO ARISTIZÁBAL, Juan Diego. El pecado como deshumanización en el documento de Aparecida. En Cuestiones Teológicas volumen 40, número 94; páginas 433-456. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2013. POLO MADERO, Eduardo. Las rupturas del pecado. Historia de un esquema teológico. Tesis para optar al título de Doctor en Teología. Universidad de Navarra. Pamplona, 1998. SOBRINO, Jon. Pecado personal, perdón y liberación. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/1041/1/RLT-1988-013-B.pdf BINETTI, María J. La dialéctica absoluta del pecado en el devenir de la libertad. En Filosofía Unisinos volumen 6, número3; páginas 302-313. Universidad do Vale dos Sinos. Unisinos, septiembre-diciembre 2005. GIL ESPINOSA, María Isabel. Conciencia de culpa y de pecado. Tesis para obtener el título de Doctora en Teología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2013. DÍAZ, Jorge Aurelio. Pecado y autonomía. En Praxis Filosófica número 45, páginas 259-283. Universidad del Valle. Cali, julio- diciembre 2017.

 

8. Romanos 8: 33-34

 

9. GESTEIRA GARZA, Manuel. Jesucristo horizonte de esperanza. PPC (2 volúmenes). Madrid, 2013. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO CELAM. La Transfiguración, un faro hacia la Pascua. En https://www.cebitepal/lectio/lectio5c8aabff7219b_14032019_131pm-pdf GARCÍA

MARTÍNEZ, Francisco. Jesús esperanza humana; esperanza cristiana bajo un horizonte gris. En Revista Aragonesa de Teología Año XXIX, número 57; páginas 71-99. Centro Regional de Estudios Teológicos de Aragón. Zaragoza, enero-junio 2023. MARFORI Y CUELLO, Emmanuel. La teología de la transfiguración en los Padres Latinos. Tesis para obtener el título de Doctor en Teología. Universidad de Navarra. Pamplona, 2010. LAÍN ENTRALGO, Pedro. Antropología de la Esperanza. Guadarrama. Madrid, 1978.

 

10. Marcos 9: 2-3

 

11. WEILER, Lucía & BOMBONATTO, Vera Ivanise. Jesús transfigurado: el rostro que nos pone en camino. Consejo de Delegadas de la Union Internacional de Superioras Generales UISG. Aparecida, 2011. MESTERS, Carlos. A transfiguracao: a cruz no horizonte, a paizao que conduz a gloria. Apuntes de un curso dictado por Fr. Mesters. Confederación Latinoamericana de Religiosos CLAR. Bogotá, 2003. CARBULLANCA NÚÑEZ, César Octavio. El relato de la transfiguración. Cristología alta y monoteísmo en Marcos. En Theologica Xaveriana volumen 71, páginas 1-33. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2021. SABUGAL, Santos. La transfiguración de Jesús: adelanto de su     resurrección.  En https://www.agustinosvalladolid.es/estudio/investigacion/estudioagustiniano/estudiofondos/estudio1 992/estudio_1992_3_01.pdf CANTALAMESSA, Raniero. El misterio de la transfiguración. Monte Carmelo. Burgos, 2003. MORADO, Guillermo Juan. La significatividad de la transfiguración de Jesús. En Revista Española de Teología volumen LXXX, páginas 33-60. Universidad San Dámaso. Madrid, enero-abril 2020. 

 

12. Marcos 9: 4-5

 

13. Marcos 9: 7-10

 

14. GONZALEZ FAUS, José Ignacio. La humanidad nueva: ensayo de cristología. Sal Terrae. Santander, 2015. URIBARRI BILBAO, Gabino. Contemporaneidad de Cristo en la carne, condición del encuentro y de nuestra divinización. En Teología y Catequesis número 141,páginas 13-35. Universidad Eclesiástica San Dámaso. Madrid, 2018. GALLI, Carlos María. Jesucristo, camino a la dignidad y a la comunión. Agape Libros. Buenos Aires, 2010. NAPOLE, Gabriel M. Jesucristo, plenitud de la revelación. En Teología tomo XLVI, número 99; páginas 249-266. Pontificia Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, agosto 2009.

 

15. Marcos 9: 7

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Hablemos del anhelo de viajar a las estrellas

La superficie de la Tierra es la orilla del océano cósmico. Desde ella hemos aprendido la mayor parte de lo que sabemos. 

Recientemente nos hemos adentrado un poco en el mar; vadeando lo suficiente para mojarnos los dedos de los pies, o como máximo para que el agua nos llegara al tobillo. 

El agua parece que nos invita a continuar. El océano nos llama. Hay una parte de nuestro ser conocedora de que nosotros venimos de allí. Deseamos retornar. 

No creo que estas aspiraciones sean irreverentes, aunque puedan disgustar a los dioses, sean cuales fueren los dioses posibles. […] La Tierra es un lugar, pero no es en absoluto el único lugar. 

No llega a ser ni un lugar normal. Ningún planeta o estrella o galaxia puede ser normal, porque la mayor parte del Cosmos está vacía. 

El único lugar normal es el vacío vasto, frío y universal, la noche perpetua del espacio intergaláctico, un lugar tan extraño y desolado que en comparación suya los planetas y las estrellas y las galaxias se nos antojan algo dolorosamente raro y precioso. COSMOS, Carl Sagan, Planeta, 2004, p. 5

P. José Raúl Arbeláez S.J. – Equipo CIRE Ampliado

Hablemos del estilo de educación que, hasta cierto punto, a nosotros también nos tocó sortear

Me encantaría poder decir que en la escuela elemental, superior o universitaria tuve profesores de ciencia que me inspiraron. Pero, por mucho que buceo en mi memoria, no encuentro ninguno. 

Se trataba de una pura memorización de la tabla periódica de los elementos, palancas y planos inclinados, la fotosíntesis de las plantas verdes y la diferencia entre la antracita y el carbón bituminoso. 

Pero no había ninguna elevada sensación de maravilla, ninguna indicación de una perspectiva evolutiva, nada sobre ideas erróneas que todo el mundo había creído ciertas en otra época. 

Se suponía que en los cursos de laboratorio del instituto debíamos encontrar una respuesta. Si no era así, nos suspendían. 

No se nos animaba a profundizar en nuestros propios intereses, ideas o errores conceptuales. 

Al final del libro de texto había material que parecía interesante, pero el año escolar siempre terminaba antes de llegar a dicho final. 

Era posible ver maravillosos libros de astronomía, por ejemplo, en las bibliotecas, pero no en clase. 

Se nos enseñaba la división larga como si se tratara de una serie de recetas de un libro de cocina, sin ninguna explicación de cómo esta secuencia particular de divisiones cortas, multiplicaciones y restas daba la respuesta correcta. 

En el instituto se nos enseñaba con reverencia la extracción de raíces cuadradas, como si se tratara de un método entregado tiempo atrás en el monte Sinaí. 

Nuestro trabajo consistía meramente en recordar lo que se nos había ordenado: consigue la respuesta correcta, aunque no entiendas lo que haces. 

En segundo curso tuve un profesor de álgebra muy capacitado que me permitió aprender muchas matemáticas, pero era un matón que disfrutaba haciendo llorar a las chicas. 

En todos aquellos años de escuela mantuve mi interés por la ciencia leyendo libros y revistas sobre realidad y ficción científica. 

EL MUNDO Y SUS DEMONIOS. La ciencia como una luz en la oscuridad, Carl Sagan, Planeta, 1998, p. 13-14 

P. José Raúl Arbeláez S.J. – Equipo CIRE Ampliado