Comunitas Matutina Febrero 11 2024

Hablemos del estilo de educación que, hasta cierto punto, a nosotros también nos tocó sortear

Me encantaría poder decir que en la escuela elemental, superior o universitaria tuve profesores de ciencia que me inspiraron. Pero, por mucho que buceo en mi memoria, no encuentro ninguno. 

Se trataba de una pura memorización de la tabla periódica de los elementos, palancas y planos inclinados, la fotosíntesis de las plantas verdes y la diferencia entre la antracita y el carbón bituminoso. 

Pero no había ninguna elevada sensación de maravilla, ninguna indicación de una perspectiva evolutiva, nada sobre ideas erróneas que todo el mundo había creído ciertas en otra época. 

Se suponía que en los cursos de laboratorio del instituto debíamos encontrar una respuesta. Si no era así, nos suspendían. 

No se nos animaba a profundizar en nuestros propios intereses, ideas o errores conceptuales. 

Al final del libro de texto había material que parecía interesante, pero el año escolar siempre terminaba antes de llegar a dicho final. 

Era posible ver maravillosos libros de astronomía, por ejemplo, en las bibliotecas, pero no en clase. 

Se nos enseñaba la división larga como si se tratara de una serie de recetas de un libro de cocina, sin ninguna explicación de cómo esta secuencia particular de divisiones cortas, multiplicaciones y restas daba la respuesta correcta. 

En el instituto se nos enseñaba con reverencia la extracción de raíces cuadradas, como si se tratara de un método entregado tiempo atrás en el monte Sinaí. 

Nuestro trabajo consistía meramente en recordar lo que se nos había ordenado: consigue la respuesta correcta, aunque no entiendas lo que haces. 

En segundo curso tuve un profesor de álgebra muy capacitado que me permitió aprender muchas matemáticas, pero era un matón que disfrutaba haciendo llorar a las chicas. 

En todos aquellos años de escuela mantuve mi interés por la ciencia leyendo libros y revistas sobre realidad y ficción científica. 

EL MUNDO Y SUS DEMONIOS. La ciencia como una luz en la oscuridad, Carl Sagan, Planeta, 1998, p. 13-14 

P. José Raúl Arbeláez S.J. – Equipo CIRE Ampliado

Hablemos de la Esperanza como Misterio

La esperanza pertenece al grupo de vivencias o experiencias fundamentales que llegan al fondo de la existencia, movilizando los resortes de la vida y suscitando las cuestiones del sentido. 

En última instancia, el problema de la esperanza coincide con el problema de la existencia humana: la manifiesta en uno de sus aspectos radicales. 

Laín Entralgo lo ha expresado bien: “Lo primero que debe afirmarse acerca de la esperanza es la hondura y la universalidad de su implantación en el corazón del hombre”. Y no sin razón P. Landsberg, citado por él, ha podido afirmar: “Somos esperanza”. 

De ahí, desde ese carácter hondo y totalizante, se comprende bien la insistencia de Gabriel Marcel: la esperanza es misterio. 

Misterio en el sentido radical de afectar a la persona humana como tal, de suerte que su sentido y significación nunca pueden ser explorados, y menos agotados, en toda su riqueza. 

La esperanza en su sentido más hondo -y así enuncio una de mis hipótesis de trabajo- se sitúa en un nivel que es previo a toda filosofía, a toda ideología e incluso a toda religión. 

Estas son ya, justamente, respuestas o intentos de respuesta a la profunda pregunta que ese misterio abre para todo hombre y toda mujer. 

ESPERANZA A PESAR DEL MAL. La resurrección como horizonte, Andrés Torres Queiruga, Sal Terrae, 2005, p. 17-18 

P. José Raúl Arbeláez S.J. – Equipo CIRE Ampliado

Hablemos de las dificultades que tiene la ciencia para asumir las asombrosas ideas que surgen de su propio desarrollo

El punto de partida de mis reflexiones es la asombrosa profundización y ampliación de nuestra visión del mundo provocada, tanto por los revolucionarios descubrimientos de la física y por las consecuentes, y por ello necesarias, reinterpretaciones de sus fundamentos, como por el desarrollo de las ciencias naturales al comienzo de nuestro siglo. 

Lo sorprendente de todo ello es que, incluso hoy en día, este cambio profundo en nuestra comprensión de la realidad no ha sido bien entendido -filosófica y epistemológicamente hablando- por nuestra sociedad y sus ciencias, pese a que ya han pasado casi cien años de las revolucionarias investigaciones efectuadas por Max Planck y Albert Einstein. 

Y esto no se debe a que las nuevas ideas hayan fracasado. Por el contrario, en los últimos setenta años, la física cuántica, que da nombre a ese nuevo desarrollo, ha triunfado en todos los campos de la física y se ha mantenido victoriosa hasta hoy. 

Ella es, al fin y al cabo, la que ha impulsado los sorprendentes desarrollos tecnológicos que para bien o para mal han marcado nuestra época. 

La tecnología nuclear y las tecnologías informáticas, por ejemplo, no hubieran sido posibles si no se hubieran dado esas nuevas ideas. 

No obstante, a pesar de que todas esas sorprendentes consecuencias, tan formidables y diversas, fueron aceptadas científicamente, aún hoy en día la ciencia se siente, en cierta medida, desbordada para asumir las asombrosas ideas a partir de las cuales la nueva física comienza a hacerse comprensible. 

ESPÍRITU, COSMOS Y FÍSICA. Pensamiento sobre la unidad de la vida. Hans-Peter Dürr. Panamericana, p. 17 

P. José Raúl Arbeláez S.J. – Equipo CIRE Ampliado

Hablemos del Cristianismo como búsqueda de la esencia humana

La infinita novedad de la propuesta de Jesús parte de un presupuesto inamovible. Según el primer evangelista, Marcos, antes del año 70, no se aparece un ángel, no hay una revelación celestial, ni una zarza ardiente, no llega de fuera un ser divino que interviene en el mundo para ofrecer una salvación que viene del cielo, de las estrellas, o del mundo sobrenatural. No hay Sagrada Escritura cristiana. No se dan misterios o celebraciones esotéricas. No hay ninguna invitación a salirse de la condición humana o de salvar el alma, sino a realizarse exhaustivamente como ser humano. 

Este acierto infinito es que un hombre sea significativo para otro hombre, sin salirse de la autonomía de los seres humanos y del mundo. Es El Reino que Jesús puso en marcha aquí en la tierra. 

Jesús es un hombre que nos interpela y nos invita a ser hombres de verdad. 

Hoy también el cristianismo será fascinante y atractivo si se ubica en la realidad más radical del ser humano. 

Esta propuesta y respuesta es un encuentro de Jesús como persona libre frente a otras personas humanas, y no ante la presión autoritaria de una ley Divina. 

LA PROPUESTA DE JESÚS REAL E HISTÓRICO, 2, César Herrera Sánchez, Fraternidad, 2008, p. 16

P. José Raúl Arbeláez S.J. – Equipo CIRE Ampliado